miércoles, 5 de junio de 2019

Reflexiones sobre la venida de Cristo.

Hace algunos años, leí que en Australia es de mal gusto tocar dos temas: la política y la religión. Y es que ambos son controversiales, cada quien cree saber la verdad y, por lo regular, menosprecia a quienes no comparten sus ideas.

Para mí, la cosa es simple. Sencilla. Las Escrituras, la Biblia, son la verdad. Jesús dijo que él es la verdad (Juan 14:6). Así de fácil. Consulto la Palabra de Dios cuando tengo dudas acerca de un tema y siento que es la voz de mi Salvador ministrando mi corazón.

Pero este mundo está tan lleno de confusión, que incluso la Biblia cada quien la interpreta a su modo y se aferra a su postura teológica en cuanto a un tema u otro. No me han faltado confrontaciones (de gratis, así, sin buscarlas) con gente que tiene sus posturas en cuanto al uso de maquillaje, aretes y pantalones en la mujer, el asunto de cuál es la iglesia verdadera y muchas otras cosas más.

Uno de los temas más controversiales es el asunto de la venida de Cristo, los juicios de Dios sobre esta tierra y el arrebatamiento de la iglesia. Por un lado, están los que se aterrorizan cuando leen el Apocalipsis y, por lo tanto, no predican acerca de estos temas porque supuestamente, esto sería meterle miedo a la gente. Verdad, que es inevitable sentir temor cuando se lee acerca de los sellos, trompetas y copas. Los juicios de Dios no son un tema agradable y por eso, muchos lo evitan. En cuanto a mí, no deseo que mi familia ni yo pasemos por semejante período.

En el otro extremo, están quienes tienen un "espíritu de juicio", es decir, que se han obsesionado con este tema y empiezan a postear vídeos en redes sociales en los que hablan de que Dios les reveló esto o aquello, que un mega terremoto o un asteroide viene a la tierra a marcar el principio de la destrucción. Muchos de ellos afirman ser determinados personajes bíblicos y hablan de un volver "a las sendas antiguas", aunque lo que prediquen raya en el legalismo, en el cual somos las mujeres las que nos llevamos la peor parte.

Si la iglesia es arrebatada antes, durante o después de la tribulación... Que si Putin, o Kushner, o Trump o incluso el rey de España son el anticristo... Que si los juicios de la tribulación son para todo el mundo o solamente para los países del medio oriente y el mediterráneo... Que si fulano de tal es uno de los dos testigos... Son tantas las opiniones. Y la globalización del conocimiento por medio de las redes sociales no solamente ha contribuido a que muchos conozcan a Jesucristo y le hayan rendido su corazón;  sino también ha extendido la confusión producto de herejías y apostasía.

Creo que la iglesia del Señor, ahora más que nunca, debe orar y ayunar para que el arrebatamiento no nos agarre desprevenidos. Es importante asegurarnos de tener nuestros nombres inscritos en el libro de la vida del Cordero. Y, sobre todo, pedirle discernimiento al Espíritu Santo de Dios.