miércoles, 3 de junio de 2009

Los jóvenes se enamoran - tarde o temprano.

En clases anteriores, ciertos compañeros de la universidad analizaban la problemática de los jóvenes que se enamoran cuando están en el colegio. Hablaron de la situación que se dio cuando una chica descubrió que su novio le era infiel y le fue a reclamar a la "otra".

Una vez llevados a la dirección del plantel, salieron a relucir las mismas cosas que en otros colegios: bajones repentinos en el rendimiento académico, comportamiento irregular, cambios bruscos en el carácter, arranques de violencia verbal o mal genio, fugas de horas de clase, depresión... la lista es interminable.

Pero, ¿de verdad será un problema? ¿de verdad un noviazgo afecta el rendimiento en el colegio o universidad? ¿están emocionalmente preparados los jóvenes y adolescentes para sostener una relación, así, "sin peligro"?

Son muchos los argumentos en contra. Las personas criadas de un modo conservador se oponen a que sus hijo(a)s se enamoren estando en el colegio. Recuerdo que a mí, incluso, me limitaban las amistades masculinas. Se esgrime que los embarazos precoces y los daños emocionales debido a los inevitables rompimientos son motivos más que suficientes para que a las chicas se les dé un rotundo NO cuando le dicen a papá y a mamá que quieren tener un noviecito, por más inocente que se vea.

Como soplan vientos liberales, algunos padres y madres modernos prefieren recibir al chico en casa, a que las jovencitas se escapen y hagan algo indebido en otro lugar. Por lo menos, dicen ellos, los están supervisando.

¿Quién tiene la razón?. No podemos pretender criarlos como nos criaron a nosotros, sin embargo, los adultos en todo momento deben tener la última palabra y no dejarse manipular, ni de los jóvenes, ni del libertinaje proveniente de un mal sector de la sociedad, desprovisto de valores éticos y morales.

Tarde o temprano, los jóvenes se enamoran. Queda de parte nuestra orientarlos para que no cometan errores de los que luego se arrepientan.