jueves, 5 de marzo de 2009

Crítica: ¿constructiva o destructiva?.

En un momento de la historia, el ser humano se dio cuenta de que no poseía todas las virtudes y aquellas cualidades que garantizan el éxito. En algún momento, la mujer que sabía cocinar a la perfección y tejía y bordaba como los ángeles, se percató de que le daba temor hablar en público. A aquel famoso artista, que pintaba cuadros realistas, alguien le señaló que su ortografía era pésima. Y así nos vamos.

Nos damos cuenta que tenemos fortalezas, pero también debilidades. Somos excelentes en algunas cosas, buenos en otras, regulares en ciertas actividades y pésimos en unas pocas. Dios no hizo un súper hombre o una súper mujer con todas los conocimientos y habilidades; en cambio, somos seres humanos con puntos fuertes y débiles, que nos garantizan la interdependencia, al punto en que debemos procurar llevarnos bien y estar en paz unos con otros, pues no sabemos en qué momento necesitaremos de otra persona, por más humilde e insignificante que parezca.

Con cuánta inmadurez e hipersensibilidad nos comportamos al no aceptar que otra persona nos diga que lo que estamos haciendo no está bien. Qué orgullo tan inmenso brota de nuestro corazón al no recibir esa crítica que puede llevarnos a cambiar esquemas erróneos de pensamiento y conducta. La crítica realista y bien intencionada puede hacer que nos propongamos a ser mejores y planificar estrategias para el éxito a fin de triunfar en aquello que amamos hacer.

Pero, también existen seres humanos marcados por críticas destructivas que recibieron en el pasado y que limitan sus metas actuales y a largo plazo. Verdad que una persona lastimada o amargada lastima a otros, y así se propaga una cadena de insultos, desprecios, miradas y comentarios despectivos, juicios apresurados, indirectas y un sinfín de cosas negativas que perjudican a un montón de gente, y que solamente una autoestima en su justo lugar puede detener.

Todos debemos luchar para que este mundo sea un lugar más justo, equitativo, pacífico y feliz. Necesitamos una gran dosis de humildad para aceptar las críticas constructivas; de valor para cambiar aquello que está mal; de tacto para hacerle ver a una persona que está actuando mal sin pisotear su dignidad; y, sobre todo, de discernimiento para identificar y neutralizar aquellas críticas que destruyen, pero que no aportan soluciones.