domingo, 29 de diciembre de 2013

Urgente: cambio de actitud para el 2014.

Hace poco, tuve la oportunidad de charlar con A.S.T. Él me había comentado que estaba en Changuinola  únicamente por razones de trabajo y que soñaba con regresar a una pequeña heredad que poseía en Cricamola. Le pregunté que si regresaría a Cricamola con su esposa tan pronto como se jubilara de la compañía exportadora de banano en la que labora. Me contestó que la mortalidad de los jornaleros como él se acerca a los sesenta años de edad y que muchos, al jubilarse, ya están enfermos. De hecho, A.S.T. me confesó que, en su familia, la gente fallece joven y él está totalmente convencido que morirá en la plenitud de su vida.
 
R.A.A.A. es otro pesimista. Recientemente, me pidió oración por su hijo, gravemente enfermo, a quien llamó "el único heredero de mi pobreza". Cerré los ojos y recordé el comentario de la madre de R.A.A.A., quien decía que la única manera en que ella o su esposo viajarían a Panamá, sería para tratarse como pacientes en el Hospital Oncológico. Traté de refutar semejante afirmación, pero R.A.A.A. me dijo que sus padres son realistas, que ellos saben que son pobres, que siempre lo serán y que la única manera de salir de Bocas del Toro es, forzosamente, a través de una enfermedad incurable que requiera hospitalización.
 
Quiero pensar que A.S.T. y R.A.A.A., por desconocimiento de las promesas del Señor escritas en su Palabra, hablan de una manera fatalista, glorificando su situación financiera, convencidos de que no merecen una vida mejor. Sin embargo, incluso dentro de la iglesia, he escuchado a hermano(a)s con muchos años en el evangelio que se expresan de manera negativa y no conformes con ello, se esmeran en inyectarle pesimismo a los demás.
 
A pocos días de finalizar 2013 y empezar un nuevo año, yo hago un llamado urgente a todos los seres humanos que tengamos un cambio de actitud. Que comencemos 2014 con una mentalidad de victoria, que aunque estemos pasando por dificultades familiares, financieras, laborales, académicas o de cualquier naturaleza, entendamos que son situaciones pasajeras. No se trata de negar los problemas, o de fingir alegría u optimismo;  sino de confiar en el Señor, creyendo que Dios tiene el poder para restaurar nuestras vidas y afrontemos las pruebas con amor, fe y esperanza (1 Corintios 13:13).
 
Al poner toda nuestra confianza en el Señor, nuestra esperanza aumenta y soportamos las dificultades con una mentalidad diferente, sin amargarle la existencia a los demás, buscando culpables a nuestra situación desesperante y que creemos irremediable. Es tiempo de leer la Palabra y apropiarnos de las promesas de vida eterna, sanidad y prosperidad que nuestro Señor, en su infinita misericordia, nos ha legado a través de los diversos libros de la Biblia.
 
Es tiempo de arrepentirnos de todas esas palabras negativas con las que contaminamos nuestras almas y los ánimos de otras personas alrededor nuestro y empecemos a proclamar palabras de fe, sanidad y reconciliación con el Padre celestial a través de la persona de Jesucristo. Después de todo, el evangelio son buenas noticias para todo aquel que cree (2 Corintios 3:5-6, 9).