sábado, 22 de mayo de 2010

Amnesia para lo que nos conviene.

No recuerdo dónde leí que bienaventurados son los que dan sin recordar y reciben sin olvidar. Ni siquiera sé si estoy citando correctamente, pero el asunto es que el autor desea plasmar lo siguiente: tenemos que aprender a dar sin echarle luego en cara a la gente los favores y, a su vez, tener la humildad para aceptar ayuda de los demás y no pagar mal por bien.

Cuántas veces no hemos hecho favores, pequeños y grandes y luego sentimos que esas personas después no quieren ni dirigirnos la palabra, y más, cuando prestamos dinero. Nos esmeramos en ganarnos el cariño y el respeto de los demás y muchas veces lo que hacen es hablar mal de nosotros a nuestras espaldas.

Como también, quedamos haciendo lo mismo y no somos agradecidos con nuestra familia y amigos. Nuestras madres nos cargaron nueve meses en el vientre y sufrieron dolores espantosos para darnos a luz y, sin embargo, no les damos el lugar que se merecen en nuestros corazones.

El esposo irrespeta a la esposa y viceversa. El hijo(a) no honra a sus padres, como también hay padres y abuelos que abusan de sus hijos. Un mal vecino echa a perder todo lo que parecía una buena vecindad. Un mal compañero de trabajo o estudios malogra los buenos esfuerzos e intenciones del grupo. Y así por el estilo.

Pero, no tiene porqué siempre ser así, ¿verdad?. Sí, podemos cambiar. Podemos ser mejores, solamente tenemos que proponérnoslo y hacer algo diariamente para alcanzar la meta de ser más agradecidos con quienes nos rodean.