sábado, 16 de mayo de 2009

El virus del miedo.

Con la propagación a nivel mundial del virus AH1N1, se ha suprimido todo sentimiento de seguridad. Como si no fuese poca la violencia, la corrupción y la inmoralidad, ahora resulta que un virus está poniendo de rodillas a la sociedad, haciendo que un acto tan humano como abrazar y besar a un semejante se vuelva un acto riesgoso.

Las mascarillas protectoras y el gel alcoholado se están agotando mientras que el personal de salud de los hospitales y clínicas se visten de pies a cabeza con un traje que parece más espacial que terrenal. Niños y niñas asisten a las escuelas cubriendo sus rostros con pañuelos y mascarillas. Las cosas parecen más difíciles cada vez...

Pero, no. No podemos darnos el lujo de caer en la desesperación, víctimas del temor. No podemos permitir que un... ¿organismo vivo? como un virus nos distraiga de esta, nuestra misión en la vida: amar a Dios sobre todas las cosas y tener el amor de Jesús en nuestros corazones para amar a nuestros semejantes, sean familiares nuestros o no. Tolerarnos, tenernos paciencia y ejercitarnos en todas aquellas cualidades que el Señor espera que tengamos.

Tengamos esperanza de que las cosas mejorarán y que esta prueba nos servirá para forjar nuestro carácter cristiano.