sábado, 5 de septiembre de 2009

No siempre las cosas salen como queremos.

El hombre pidió dinero prestado para consolidar sus deudas. Su situación mejoraría, según sus cálculos. Pero lo cierto fue que empeoró y esto lo tiene estresado, frustrado, amargado... ¿tienes un diccionario de sinónimos a mano?.

La chica consiguió un empleo - no muy remunerado, pero algo es algo, sobre todo después de tres años enteros sin un trabajo fijo. Creyó que ahorraría una equis cantidad de dinero a fin de año, sin embargo, luego de seis meses y un par de decisiones estúpidas después, se dio cuenta de que no era tan fácil como había pensado.

Y así sucesivamente, se pueden citar muchos casos más de personas que se endeudan, invierten, casan, viajan, entre otras cosas, pensando que lograrían ciertas metas y por algún motivo, no lo logran.

En este punto, es bueno detenerse a meditar qué fue lo que pasó: si la estrategia no funciona, si no se dedicó suficiente tiempo a ello, si eso es realmente lo que uno quiere y otras consideraciones. A veces hay que cambiar de estrategia, tomar un descanso antes de seguir adelante, rodearse de gente positiva que sirvan de apoyo, buscar a un profesional, qué sé yo. Cada situación en particular tiene su manera de ser abordada y es la persona a quien le corresponde tomar las decisiones pertinentes.

Lo que uno nunca debe hacer es darse por vencido.