lunes, 25 de mayo de 2009

Una travesura o algo más de qué preocuparse.

Los adultos somos dados a ver a los niños y adolescentes como unos angelitos sin alas. Observamos esos rostros bellos y sin arrugas, con aquellas expresiones cándidas y pensamos: vaya, cuánta inocencia.

La verdad es que los niños y niñas no tienen noción de que algunas cosas son incorrectas. Escuchan u observan a algún adulto en alguna acción mala e inmediatamente la repiten, porque piensan que es lo correcto. Cuántas veces hemos tolerado que mientan solapadamente para salvar el pellejo cuando hacen algo malo y saben que, de ser descubiertos serán castigados; o peor aún, cuando dicen una palabrota y nosotros nos reímos a carcajadas en vez de corregirlos.

Es necesario corregirlos con amor, inmediata e inexcusablemente. No se trata de explotar por nimiedades, sino de actuar en el momento en que se den las actitudes o acciones que los perjudiquen en el futuro.

Conocí el caso de un chico que lanzó un bloque desde el segundo piso de su colegio, dañando seriamente el vehículo de un profesor. Al ser llevado a la dirección, la máxima autoridad del plantel se enteró de que este joven no vivía con ninguno de sus padres, solamente con su hermano mayor. Debido a semejante abandono, no se alimentaba correctamente y su comportamiento era errático.

¿Qué se hizo luego? ¿Se le buscó remedio a la situación? ¿Cuántos se rieron de semejante travesura? La verdad es que no sé. Lo que sí puedo decir es que abandonó sus estudios, se introdujo en el mundo de las pandillas y la venta de estupefacientes y quedó siendo un ser improductivo para la sociedad.

Supe que se convirtió en policía, solamente para introducir sustancias ilícitas en los penales, pero finalmente, fue dado de baja.

¿Es esta la clase de ciudadano que queremos para la sociedad en la que vivimos? Si queremos seres que no pagan sus deudas, groseros, violentos, abusivos y que no aceptan crítica o corrección alguna, que piensan que el mundo gira en torno a ellos y vividores, sigamos riéndonos cuando los niños y niñas hagan y digan cosas incorrectas. Sigamos consintiéndoles actitudes negativas y alentemos el ¨juega vivo¨.

Si con cariño y respeto los corregimos y le hacemos ver que existe una alternativa a la corriente de este mundo, nuestra sociedad será mejor.