lunes, 2 de mayo de 2011

Tiempos de Prosperidad.

Leí recientemente uno de los libros del archifamoso autor estadounidense Wayne Dyer, La Fuerza de Creer, en donde afirma que si una persona está convencida que merece poco o nada, pues eso es justamente lo que obtendrá. Si, por el contrario, esa persona considera que merece todo, pero procura conseguirlo aprovechándose de los demás (robándoles, estafándoles, usando cosas ajenas sin permiso del dueño, utilizando a los demás para obtener sin dar nada a cambio) cosechará escasez.

Nunca había analizado las cosas bajo ese punto de vista. Ahora comprendo porqué personas que conozco viven en la derrota, producto de malas actitudes que se reflejan en conductas y en lo que expresan verbalmente.

Un ex-colega tenía una mala suerte horrible, es el tipo de individuo que compra un circo y al día siguiente comienzan a crecer los enanos. A pesar de tener muchos años de experiencia como educador de primaria siempre andaba pidiendo dinero prestado - por supuesto, sin intención de devolverlo - y procurando que otros hagan el trabajo que le correponde hacer. Al principio, me di a la tarea de escuchar su frase habitual, de que el dinero no le alcanza, que tiene muchos problemas y que los demás no le comprenden. Pero luego reflexioné sobre sus actitudes y me di cabal cuenta que estas cosas (que hay gente que lo han estafado en ciertos negocios que ha emprendido y el hecho de que muchas puertas se le han cerrado: a pesar de poseer una buena casa, no ha logrado venderla) le han ocurrido porque él mismo le pagó mal a otros (principalmente, colegas) que le ayudaron con un corazón sincero.

Otro conocido, a quien felizmente tengo tiempo que no veo, también pasa apuros para pagar la pensión de sus cuatro hijos - abandonó a su esposa por otra y, a su vez, esta rompió con él - y para saldar sus deudas. Le debe dinero a la casera y a una "novia", como él las llama, que le prestó una fuerte suma de dinero para ayudarlo. Tiene 37 años y aún no se ha vuelto a casar... sin embargo, a mí no me sorprende, porque es malagradecido con quienes le tendieron la mano (les contesta en tono desagradable, critica su presencia física o lo que llevan puesto y no se muestra dispuesto a hacer el mínimo favor a quienes se sacrificaron para ayudarlo). Vive solo para el momento, creyendo en marcas de ropa, zapatos y perfumes caros y utilizando las mujeres para que le den sexo y dinero, sin importarle un bledo con sus sentimientos.

Como persona empática, traté de escucharles cuando ambos se quejaban conmigo de lo mal que la vida los trata. Pero al poco tiempo, noté que yo misma tenía en mi boca frases suyas: "no puedo", "estoy alcanzada hasta el fin de mes", "no puedo darme ese lujo", "el dinero no me alcanza". Me di cuenta con horror, que el dinero se me escurría como aceite de las manos por el simple hecho de aceptar en mi mente una actitud de escasez y derrota. Estaba tan enfocada en lo que me hacía falta que vivía con el fantasma de las vacas flacas acechándome. Así que comencé a evitarlos y negarme a escuchar sus lamentaciones - pues, oh sorpresa, tampoco aceptaban mis sugerencias para cambiar sus vidas.

De manera tal que, como afirma el doctor Dyer en sus excelentes publicaciones, una persona orientada a la abundancia hace afirmaciones positivas todos los días ("lo lograré", "soy una persona victoriosa", "Dios me ha bendecido", "alcanzaré mis sueños"), lee libros o escucha testimonios de personas que siendo de condición modesta han alcanzado gran prosperidad en sus vidas y, sobre todo, se rodea de gente con mentalidad positiva que le animen a lograr sus metas.

En conclusión, no debemos hacer caso de las personas con mentalidad negativa, ingratos con Dios y con el prójimo, que buscan aprovecharse de otros y que no dan gracias a Dios por lo que tienen en vez de quejarse por lo que les falta. Si tenemos un consejo a mano para que logren revertir su mala situación, sería bueno hablarles de eso. Pero si se niegan a escuchar, lo mejor es encogerse de hombros y seguir nuestro camino de abundancia y prosperidad.