sábado, 5 de junio de 2010

La Fidelidad es un valor... impracticable?

Una profesora que nos impartía clases sobre Andragogía mencionó cierto domingo que la fidelidad es un valor. Volteé a mi alrededor y vi las risitas de mis compañero(a)s, pero tuve que confesar que la profesora tenía razón.

Un valor. Como la honestidad, la fe, el amor, la cooperación, la solidaridad, la verdad y tantos otros que la gente valora pero no practica... o sí.

¿Cuántas parejas fieles quedan en la Tierra? Imposible saberlo. Sin embargo, la fidelidad conyugal tiene muchas ventajas: brinda estabilidad a la unión matrimonial, se evitan enfermedades de transmisión sexual, pero sobre todo, se evitan decepciones.

Decepciones como las de una joven a la que llamaré Magnolia. Su esposo la engañó, así que decidió pagar con la misma moneda. Se topó con un sinvergüenza que se aprovechó de ella y aunque se salvó del HIV, lo cierto es que quisiera volver el tiempo atrás para no haber tomado esa decisión tan estúpida.

Magnolia está arrepentida, ¿lo estará su esposo?. Quien sabe. La gente se traga sus lágrimas a solas, sin muchas veces tener a alguien a quien contarle sus fracasos, porque, sin importar bajo qué circunstancias ocurrió el adulterio, la sociedad entera lo condena y juzga con severidad a quien falló a sus votos.

Ahora, no es mi intención condenar - ni ensalzar - a las personas que fallan, pues todos estamos expuestos a la tentación, que solamente Jesús venció en todas las formas. Solamente deseo exhortar a la sociedad entera a que retomemos nuestros valores y los practiquemos con la ayuda de nuestro Señor y Salvador, que nos sostiene en medio de tribulaciones, necesidades y pruebas.