martes, 8 de febrero de 2011

Panamá libre de minería.

Escuché el rumor de que la mina de cobre en Cerro Colorado es la tercera más grande del mundo. Se dice que los pueblos nativos que habitan esa zona - los ngöbe-buglé - están divididos: unos a favor de la explotación de la mina (debido al desempleo y al preocupante nivel de pobreza y abandono en que se encuentra la Comarca Ngöbe-Buglé) y otros en contra (porque ven comprometido el legado de sus hijos con tierra, aire y aguas contaminados, animales extinguidos y bosques arrasados).

Ayer hubo una reyerta terrible en la que la policía arremetió contra manifestantes que habían obstruído la vía interamericana a la altura del cruce de San Félix; dejando un saldo de varias personas heridas y algunos otros fueron apresados. Y en la ciudad capital, la cosa se puso seria cuando los ambientalistas, sindicalistas y manifestantes en general intentaron entrar a escuchar el debate de la Cámara Legislativa sobre las reformas al Código Minero (vigente desde 1975, según tengo entendido)y les fue negado el paso.

Definitivamente que un código legal tan añoso debe ser reformado, pero la población en general reclama cada vez mayor participación para expresar su punto de vista - casi siempre en contra, porque los seres humanos nos resistimos a los cambios.

Por otra parte, es difícil hallar una solución que satisfaga a todos (ricos, pobres, mineros, habitantes del lugar, ambientalistas). Da miedo que lugares tan prístinos queden contaminados con cianuro y otras barbaridades; pero también preocupa el desarrollo socioeconómico y cultural de nuestro país, tan en atraso, porque rechazamos los cambios y nos negamos a evolucionar a otro nivel de conciencia.

Pienso que las partes involucradas deben ser tolerantes y escucharse sin insultarse, sin violencia, sin trampas, sin estira y encoge, pues eso no conduce a nada positivo. Si la explotación minera beneficiará a la mayoría del país, bienvenida sea. Pero si es el primer clavo en el ataúd de seres humanos, animales, bosques y demás recursos naturales, mientras unos poquitos amasan fortunas sobre la explotación de unos pobres mineros, entonces podemos hacer un alto en el camino y preguntarnos si vale la pena.