jueves, 9 de febrero de 2012

El domingo, en la iglesia, el pastor trató de ilustrarnos acerca de la importancia de la unidad familiar; entendiéndose "familia" no solamente como el conjunto de nuestros parientes políticos o con algún grado de consanguinidad, sino también la familia espiritual, es decir la iglesia.

Se basó en Génesis 2:4 para afirmar que al crear un solo huerto - no dos ni tres - expresó Su Voluntad de que los seres humanos habiten juntos bajo un mismo techo.

Habitar juntos bajo un mismo techo no se refiere solamente al sentido material de compartir una casa. Millones de familias tienen casa propia y sin embargo, sus miembros no se toleran entre sí. Hay imposiciones, manipulación, injusticias y, como dice la gente, "la soga siempre revienta por lo más delgado".

Implica compartir las bonanzas y momentos alegres; pero también la escasez, las dificultades y problemas con respeto, tolerancia, sinceridad y madurez. Sobre todo, con amor, comprensión y fe, sabiendo que estamos sujetos a debilidades humanas. El que cree estar firme, mire que no caiga.

Cuando uno aprende a vivir bajo el mismo techo, llámese en la iglesia o en la familia o la empresa, o donde quiera que se esté, uno se preocupa por orar por sus semejantes, pues si alguno de los miembros del equipo espiritual o secular cede a la tentación del pecado, los demás también están en peligro de caer.

En este orden de cosas, es interesante leer la historia de Adán y Eva, pues cuando ella pecó, Adán también cedió a la tentación. Y, cuando Josué tomó Jericó y Acán fue el único del pueblo israelita que desobedeció a Dios, apoderándose del anatema, Dios no le dijo a Josué que Acán había pecado; sino que el pueblo había prevaricado. Es decir, que la derrota de los israelitas en Hai fue provocada por el pecado de un solo hombre y por eso, el Señor no respaldó a Josué hasta que le puso remedio a la situación.

Abraham sí conocía el principio de lealtad, pues aun cuando su sobrino dejó de vivir cerca suyo, se armó para rescatarlo cuando sufrió secuestro e intercedió para que los ángeles sacaran a Lot de Sodoma. Y es importante persuadirse que la cercanía con el mundo corrompe a la familia, pues Lot se acercaba cada vez más a Sodoma y, como resultado de ello, su esposa (demasiado aferrada a aquel lugar) perdió la vida y sus hijas cometieron incesto.

En conclusión, seamos como Abraham, padre de la fe, que aprendió a establecer prioridades. Para él, Dios era lo más importante y por ello, donde quiera que iba, levantaba altares de adoración al Señor. Dios lo probó por medio de Isaac, pero una vez superada la prueba, su familia fue bendecida.