viernes, 8 de junio de 2018

Un comentario sobre el ayuno (Parte I).

Durante muchos siglos, el ser humano ha recurrido al ayuno como una manera de purificarse física y espiritualmente, de acercarse a Dios y sanarse de diversas dolencias. En la mayoría de las religiones, los fieles apartan un tiempo determinado para privarse de agua y alimentos para fortalecer su interior.

Hace poco, adquirí un libro de Cherie Calbom acerca de ayunos, en el que la autora abordaba las dos cuestiones, la parte espiritual y la salud física. Debo confesar que nunca había meditado en el ayuno como un medio para sanidad física;  pensaba, erróneamente, que dicha práctica traería como resultado un desmayo a media tarde o una úlcera gástrica.

Como cristiana, siempre practiqué el ayuno clásico (poca agua y cero comida) durante un sábado o domingo, nunca en días de semana (excepto durante luchas o pruebas, en las que tuve que hacerle frente a circunstancias extraordinarias). Pero la señora Calbom ofrece una alternativa para la gente que padece hipoglucemia, o debilidad física, o que por su trabajo, necesitan ayunar parcialmente: los jugos de vegetales.

Los jugos de vegetales orgánicos están cargados de sustancias que el cuerpo necesita para nutrirse y a la vez expulsar los tóxicos acumulados durante años de malas decisiones en cuanto a nuestra alimentación y estilo de vida.

Lo intenté un solo fin de semana y me sentí de maravilla, enseguida noté cambios en mi cuerpo que se reflejaron en diversos aspectos. Ahora comprendo porqué mi pastor nos recomienda con tanto énfasis que hagamos un ayuno de Daniel - también llamado ayuno cuaresmal - siquiera una vez al año.

Si deseas intentarlo, solo adquiere el libro "Guía para el Ayuno" de Cherie Calbom, en el que se explica con detalle todo lo relacionado con el ayuno y se ofrecen recursos para personas con problemas de salud. Pero mi recomendación principal es que lo disfrutes mientras te acercas más al Señor en oración.