jueves, 22 de noviembre de 2018

Lo que queda después de la muerte de una gran mujer.

Ayer, la prima Martha llamó. La tía Cristina había fallecido, dijo. Desconocía los detalles y cuándo sería el entierro, pero nos mantendría informados. Cerró el teléfono y nos dejó llenas de consternación.

Creí que a mi abuela se le subiría la presión arterial o algo así, pero se portó extrañamente calmada. Solamente nos dijo que quería asistir al sepelio. Lógico. Mi abuela es la hermana mayor, más que Marcelina y que Paulina.

¿Porqué mi abuela se tomó las cosas tan calmadamente? Será que, después de algunos años postrada en cama debido a múltiples achaques de la vejez, mi abuela veía venir la muerte de Cristina como algo inevitable. Detrás de los ojos marchitos de mi abuela se esconde una extraña sabiduría, una aceptación de las cosas inevitables de esta vida que solamente los golpes y las desdichas enseñan.

Cristina fue una mujer bella. Cuando era joven, se parecía mucho a esas artistas de la época dorada de Hollywood. Cometió errores - como todo ser humano - y tuvo una existencia muy, muy, muy dura. Lavar y planchar ajeno, parir, criar muchachos, tener dinero y luego perderlo, ser estafada y decepcionada por gente de supuesta confianza. Trabajar, trabajar y trabajar.

Ella quería a mi mamá. Recuerdo que, cuando niña, acompañaba a mi mamá a hacer tamales y pan casero. Tenía un eucalipto blanco, enorme, viejísimo en su patio y algunas matas de fresa. Criaba gansos y pollos.

Pero un día, sus fuerzas menguaron. Sufrió caídas y otros males. Ella, que siempre había sido autosuficiente y que siempre había cuidado de otros, quedó de repente confinada a una cama. Al verse en esa condición, vieja, postrada, sin posibilidad alguna de revertir el paso del tiempo y el embate de las enfermedades, su corazón se dio por vencido.

¿Le habrá entregado su corazón a Jesucristo durante sus últimos minutos u horas de vida? Eso solamente el Señor lo sabe. Y mientras tanto, mi oración por mí y por mi familia es que no pasemos de este mundo sin haber cumplido los propósitos de Dios, sus designios hacia nuestras vidas.

Cristina, mujer noble y sufrida, ejemplo para quienes quieren todo fácil y se andan quejando de todo.

lunes, 5 de noviembre de 2018

El Cansancio de fin de año.

Hoy no hubo clases: los planteles educativos oficiales se están tomando un merecido descanso luego de dos días de actos cívicos y desfiles patrios. Días de hermosas sonrisas, de maquillaje y de tacones altos; días de corbatas lujosas, camisillas finas y zapatos lustrosos; días de patriotismo, recuerdos del pasado - no tan lejano y solemnidad. Días de verse bien, de gastos y de cansancio.

No entraré en detalles acerca de los gastos de noviembre que tienen tanto directores como docentes y padres de familia de estudiantes que pertenecen a la banda escolar y al cuadro de honor. Porque, incluso, el alumno que no tiene que marchar, desea que sus padres le lleven a mirar el desfile y eso conlleva gastos de transporte, la chicha o el raspao y, para rematar, una visita a Mc. Donalds. Sí, porque todos están cansados.

Así que no voy a decir cuánto me costó el vestido blanco que fue el uniforme que utilizamos el 3 de noviembre, ni entraré en  mayores detalles. Todos los educadores sabemos que, durante el último trimestre, vienen roturas en la cartera: día del estudiante, fiestas patrias, día del educador, día de la madre, navidad. Regalos para mil y una personas, cosas que solamente un educador en servicio puede entender (no la gente que nos cuestiona los aumentos de sueldo).

Y el cansancio, la horrible sensación de pereza física y mental, el deseo de querer tirar la toalla y acudir a nuestro trabajo por obligación, deseando tener días libres para descansar y dormir. El anhelo de que vuelen como pájaros los días y que se haga pronto el 21 de Diciembre, liberarse de una pesada losa que cargamos en la espalda.

Pero, pregunto: ¿será que el educador es flojo los 365 días del año? No sé los demás, pero en mi caso, inicio el año escolar con mucha energía y expectativas, con ganas de hacer muchas cosas. Sin embargo, el cansancio acumulado durante casi 10 meses de viajes ida y vuelta, la privación de algunas horas de sueño durante la madrugada, la mala alimentación, el ritmo frenético de actividades, sumados a los problemas que ya tengo en casa relativos a la crianza y manutención de mis hijos... pues bueno, eso hace mella hasta en los organismos más robustos.

Hoy es día de descanso y lamento que el tiempo no se haya extendido cuatro horas más, para reponer fuerzas. Los días de semana, tomo té verde con jengibre y canela en las madrugadas, y eso me ayuda a sobrellevar la carga de mi ritmo de trabajo, pero los círculos oscuros debajo de mis ojos no mienten. Ni se difuminan, ni siquiera con crema de vitamina C.

Es ahora que vengo a los pies de Aquel que prometió a los trabajados y cargados hacernos descansar (Mateo 11:28). Sin duda, Jesucristo multiplica nuestras fuerzas y nos brinda la fortaleza para resistir una hora más, un día más, un mes más.

domingo, 5 de agosto de 2018

Alimentos que bloquean el yodo.

Durante once años, fui vegetariana y hacía mis batidos de frutas con leche de soya, porque supuestamente era un alimento superior a la leche de vaca. Sin embargo, de unos dos o tres años a esta parte me sentí falta de energía y observé que mi grasa abdominal estaba soldada a mi cintura. Oyendo un documental de Frank Suárez, me enteré de que existen alimentos, publicitados como naturales y ultrasaludables, que en realidad afectan la tiroides, pues contienen sustancias que bloquean el yodo (Frank les llama goitrógenos), como es el caso de la yuca, el maní y la soya.

¿Cierto o falso? No lo sé. Le pregunté a un compañero de trabajo (que atraviesa problemas con su tiroides) que si su médico le había hecho prohibiciones alimenticias y él me contestó que no, que el doctor lo deja que coma de todo.

Lo que sí puedo afirmar es que hay nutricionistas (consulté los libros de Cherie Calbom) que aducen que la soya es uno de los alimentos mas GMO que existen, junto con el maíz y la canola. Frank Suárez incluye al trigo producido en los Estados Unidos y México en este mismo renglón.

En cuanto a mi experiencia, me cambié a la leche de almendras y noté una reducción en la inflamación de mi vientre. ¿Culpa de la soya? ¿O se puede achacar a otros cambios que he implementado en mi rutina diaria? Solamente puedo decir que cada organismo es diferente y lo que a mí me favorece, a los demás no necesariamente.

viernes, 8 de junio de 2018

Un comentario sobre el ayuno (Parte I).

Durante muchos siglos, el ser humano ha recurrido al ayuno como una manera de purificarse física y espiritualmente, de acercarse a Dios y sanarse de diversas dolencias. En la mayoría de las religiones, los fieles apartan un tiempo determinado para privarse de agua y alimentos para fortalecer su interior.

Hace poco, adquirí un libro de Cherie Calbom acerca de ayunos, en el que la autora abordaba las dos cuestiones, la parte espiritual y la salud física. Debo confesar que nunca había meditado en el ayuno como un medio para sanidad física;  pensaba, erróneamente, que dicha práctica traería como resultado un desmayo a media tarde o una úlcera gástrica.

Como cristiana, siempre practiqué el ayuno clásico (poca agua y cero comida) durante un sábado o domingo, nunca en días de semana (excepto durante luchas o pruebas, en las que tuve que hacerle frente a circunstancias extraordinarias). Pero la señora Calbom ofrece una alternativa para la gente que padece hipoglucemia, o debilidad física, o que por su trabajo, necesitan ayunar parcialmente: los jugos de vegetales.

Los jugos de vegetales orgánicos están cargados de sustancias que el cuerpo necesita para nutrirse y a la vez expulsar los tóxicos acumulados durante años de malas decisiones en cuanto a nuestra alimentación y estilo de vida.

Lo intenté un solo fin de semana y me sentí de maravilla, enseguida noté cambios en mi cuerpo que se reflejaron en diversos aspectos. Ahora comprendo porqué mi pastor nos recomienda con tanto énfasis que hagamos un ayuno de Daniel - también llamado ayuno cuaresmal - siquiera una vez al año.

Si deseas intentarlo, solo adquiere el libro "Guía para el Ayuno" de Cherie Calbom, en el que se explica con detalle todo lo relacionado con el ayuno y se ofrecen recursos para personas con problemas de salud. Pero mi recomendación principal es que lo disfrutes mientras te acercas más al Señor en oración.

domingo, 4 de febrero de 2018

Educación: Cambios que se vislumbran en el horizonte.

El jueves, llegó a mi grupo de redes sociales una información (que no sé hasta la fecha si es verídica o no) acerca de una supuesta reunión de gremios magisteriales con la Sra. Ministra de Educación. Me enviaron un documento en PDF de once páginas, en el cual se expone una supuesta controversia entre los profesionales de mi ramo, Informática, con la Ministra.

El mencionado informe de la reunión decía que la Ministra ordenó que vayan desapareciendo paulatinamente las vacantes (THFA y permanentes) de Informática, porque la especialización en Informática está por desaparecer y que cada maestro de grado debe utilizar la informática para reforzar las materias fundamentales - Matemáticas, Ciencias Sociales, Español y Ciencias Naturales. Se quiere volver a los tiempos en que el docente estaba con sus niños por lo menos 30 horas;  por lo que con el tiempo, también desaparecerán las vacantes de Agropecuaria, Educación Física, Inglés y Educación Física.

Por su parte, el MEDUCA reaccionó inmediatamente por medio de sus voceros, negando la veracidad del informe arriba descrito y aduciendo que un colega que participó de la reunión tergiversó lo que se dijo para su provecho, para soliviantar los ánimos de los informáticos y, en general, de todos los educadores.

¿Quién dijo la verdad? ¿Quién tiene la razón? Es un tema complejo, una problemática que solamente un educador puede comprender y que, sin embargo, cada uno interpreta según su punto de vista. No sería nada extraño que, a pocas semanas del inicio del año escolar 2018, se esté gestando una huelga.

Una medida de dicho tipo afecta primeramente a los profesionales que se están formando en las aulas universitarias para ingresar al MEDUCA como docentes de informática. ¿Porqué al MEDUCA? Verdad que no es fácil hallar un trabajo estable en la empresa privada y muchos tienen su edad como principal enemigo. Además, no es ningún secreto que las empresas privadas contratan colombianos y venezolanos, en detrimento del egresado de las universidades panameñas. Se aduce que el panameño es grosero y que la gente de estos otros países son amables y que están mayor capacitados en ciertas competencias que los nacionales. Además, se les paga menos y es un ahorro de costos.

Los que estamos permanentes en el sistema, tal vez tengamos nuestra estabilidad laboral amenazada o tal vez no, dependiendo de cómo se maneje el asunto. Es plausible que nos jubilemos luego de trabajar largos años en un sitio distante de nuestro hogar, con el consiguiente desorden en las relaciones familiares. Eso también es válido para los especialistas de otras áreas.

En cuanto al docente de grado... Bueno, mi madre fue maestra, mi tía Elsa también, no tengo nada en contra de los maestros. He hecho buenas amistades en los lugares donde he trabajado. Pero una cosa es cierta: ahora los maestros están menos horas con los niños. Cinco horas de inglés, dos de informática, dos de educación física, dos de F.D.C., dos de agropecuaria... sin mencionar el tiempo que se pierde en reinados, celebraciones y actividades que no tienen nada que ver con el aprendizaje de las matemáticas y otras asignaturas básicas. ¿Quién puede aprender así? No es de extrañarse que ahora los niños salgan deficientes en ciertas cosas que supuestamente deberían dominar.

Si la informática en primaria de verdad fuera un apoyo para las materias básicas y hubiese una estrecha colaboración entre el docente de grado y el maestro de informática, eso sería una belleza para los estudiantes, pues aprenderían matemáticas, ciencias y español de una manera que les llama la atención y les guste. Pero, en lugar de ello, la mayoría de las maestras asumen que tienen una hora libre... y se van del salón de informática, dejándole la carga de lidiar con niños que no se saben comportar. Luego, no saben porqué el maestro de informática evaluó de tal o cuál manera y, en lugar de ser solidarios, atacan e incitan al padre de familia que reclame por calificaciones.

Algunos de ellos son tan atrevidos, que hasta acusan al docente de informática en la dirección si falta por x o y razón y hasta piden en la regional que se les destituya. Y los directores apadrinan todas estas sinvergüenzuras porque, aunque insistan que son de una categoría superior por su condición de administrativos, al fin y al cabo son maestros, y piensan que los docentes especiales la tenemos fácil.

Por otro lado, todos los docentes fuimos a Entre Pares y muchos nos hemos capacitado con Aulas Fundación Telefónica acerca de las TIC en el aula de clases. Por lo tanto, no tenemos pretextos. 

Y eso, sin mencionar el espinoso asunto de las carreras universitarias que deben desaparecer o reinventarse. Como se dice en el documento, cada profesor universitario peleará su territorio.

No sé en qué irá a parar toda esta situación, ya algunos colegas piensan ir a Panamá a las oficinas del MEDUCA a piquetear. Están en su derecho. Como también yo lo estoy de decir lo que pienso y de defender mi profesión. Pero también es cierto que las cosas evolucionan con el tiempo y no podemos aferrarnos a esquemas rígidos de pensamiento y acción, solo por comodidad o conveniencia.

Con el tiempo, muchas profesiones desaparecerán, como desaparecieron los lectores de las plantas de habanos, los lecheros y el cartero. Solamente le pido a Dios que me dé la inteligencia y la habilidad de adaptarme a los cambios de la mejor manera posible.

lunes, 15 de enero de 2018

Los carbohidratos y las proteínas.

Durante mucho tiempo, creí en la sabiduría popular que afirma que, entre más frutas se consuman, mejor para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Los ayunos de frutas, reemplazar las comidas por una mezcla de jugos de frutas, recurrir a ellas como refrigerio o postre... ahora está tan de moda las dietas a base de frutas, que muchas personas (incluida yo), las hemos constituido la base de nuestra alimentación.

Recuerdo que una vez, mientras estuve en el gimnasio, un compañero de entrenamiento aconsejaba a una chica que quería perder peso, le decía que no ingiriese frutas en la cena, porque aunque fuese un producto natural, igual era azúcar. Que mejor se comiera una ensalada verde.

En aquel tiempo, aquello me pareció extraño y lo rechacé de plano. No podía ser. Incluso, llegué a leer un libro de un médico estadounidense que criticaba la Dieta Atkins y recomendaba ampliamente los carbohidratos no industriales: frutas, cereales y hortalizas.

Sin embargo, a medida que he leído e investigado (además de experimentar en carne propia los efectos de mis buenas y malas decisiones en cuanto a lo que como), me he dado cuenta que, en realidad, el exceso de carbohidratos y la poca proteína tienen un impacto tan negativo en la salud como todos los desequilibrios.

El exceso de azúcares no solamente es responsable de problemas de hiperglicemia, también tiene un enorme peso en la producción excesiva de triglicéridos en sangre y acumulación de grasa visceral;  lo cual a su vez, tiene otras consecuencias negativas para la salud en general.

Por muchos años, se creyó que la grasa era el chico malo de la película y la gente comenzó a evitar las frituras y los cortes de carne grasosos;  sin embargo, sigue habiendo personas con exceso de peso, síndrome metabólico, falta de energías y un perfil lipídico desastroso. Por no mencionar un aumento en los casos de diabetes.

Artistas famosos han abrazado una dieta de vegetales y proteínas, eliminando frutas y azúcares refinados, así como los productos industriales elaborados con harinas blancas refinadas, colorantes y saborizantes artificiales. Y uno ve esos rostros bellos y cuerpos tonificados en el gimnasio y se siente tentado a hacer lo mismo que ellos... hasta que ve estudios en los que se correlaciona el exceso de proteínas con problemas renales. Ser hermoso físicamente no es garantía de buena salud. Además, la fibra de las frutas es tan necesaria como la avena, la linaza y otra multitud de alimentos naturales que colaboran con la salud intestinal. Verdad que uno no quisiera ser esclavo de los laxantes o suplementos de fibra soluble e insoluble.

Yo sigo desayunando con frutas. Es costumbre de vida y no pienso renunciar a ellas. Pero ahora comprendo que todo en exceso es malo y que hay que planificar cuidadosamente lo que se come, para no caer en extremos que causen desequilibrios en nuestro cuerpo.

domingo, 7 de enero de 2018

Algunas reflexiones al comenzar el año 2018.

Siempre me ha gustado el ejercicio físico. Desde que tengo 18, comencé a ejercitarme por las tardes, al regreso de la universidad. Me siento muy feliz cada vez que tengo oportunidad de caminar, correr, andar en la bicicleta estática, levantar pesas, todo eso me hace sentir bella y joven (aunque ya tengo 41). Es una sensación de bienestar físico, mental y espiritual que solamente quien la experimenta la puede describir.

A pesar del trabajo, de la universidad, de todos los pesares, siempre hallé un pequeño espacio para el ejercicio, siquiera unos tres días a la semana y complementé el trabajo físico con un régimen vegetariano. Con este estilo de vida, viví los años más plenos de salud y vitalidad de mi vida, aun más saludables que en mi niñez y adolescencia, marcados por la enfermedad debido a deficiencias alimenticias y al sedentarismo (mi mamá pensaba que, como yo era delgada en extremo, no necesitaba el ejercicio físico y procuraba impedírmelo).

Pero entonces, vino la maternidad y mi mundo se vino de cabeza. Al ser un embarazo de alto riesgo (ya tenía 38), mi ginecóloga me desaconsejó la actividad física. Dejé de barrer y trapear mi casa y me limité a asear mi cuarto. También, dejé de asear el cuarto de baño y permití que una chica a la que mi esposo le estaba pagando para tal fin, lo hiciera. Solamente lavaba a mano mi ropa. Me limité a caminar media hora por día, despacito, por supuesto.

A los seis meses de embarazo, recibí el susto de mi vida cuando el ultrasonido reveló que iba a tener gemelos. Los exámenes revelaron una ligera anemia y tuve que extremar los cuidados. Comencé a comer huevos todos los días, creyendo que eso me iba a ayudar... Solamente después de la cesárea fue que me di cuenta del daño que me había hecho yo misma, pues el colesterol total estaba en un nivel muy alto, sin precedentes, aparte de que los neutrófilos estaban deficientes. 

Ya mis hijos tienen dos años y bajé el poco peso que subí durante el embarazo. El nivel de colesterol está casi normal, ligeramente por encima del límite. Peso 101 libras, con mis 1.50 m. de estatura. Así que, ¿cuál es el problema?

Con las exigencias de la maternidad, descuidé el ejercicio físico. Trabajo fuera de la ciudad y debo invertir entre hora y media y dos horas en ir hacia mi sitio de empleo y otras dos horas en volver. Eso, si no hay reuniones o actividades en las que los educadores tenemos, obligatoriamente que involucrarnos. Regreso cansada, estresada, con ganas de renunciar, deseando que me salga un mutuo acuerdo, un traslado o un nombramiento en secundaria que me libre de laborar en un lugar que detesto y que, desde la primera semana, me pareció insoportable (por más de una razón).

Me miro a mí misma y ya no me parezco a la mujer saludable que corría por 45 minutos hace un lustro. Tengo grasa visceral y no se trata de estética, se trata de grasa adherida a órganos vitales, que me predispone a un montón de enfermedades, lo cual he visto reflejado en mi pobre desempeño inmunológico ante dolencias que antes solo veía pasar en los otros miembros de mi familia. Flaccidez y unas enormes ojeras. Cansancio y somnolencia todo el día.

Llevo una semana caminando en las madrugadas. No tengo tiempo durante el día, créeme. Pero ahora no me siento una víctima de las circunstancias, estoy caminando hacia mi salud, retomando los buenos hábitos alimenticios que me ayudaron en el pasado y haciendo ejercicio para el abdomen en un artilugio que compré hace poco para dicho fin.

Los días de mi juventud quedaron atrás y no soy ingenua de pensar que voy a revertir el envejecimiento que, por descuido y falta de planificación, se ha manifestado en mi piel, cabello, ojos y músculos. Por más ejercicio que haga, no seré la doble de Miss Venezuela, ciao, ya no tengo 20. Sin embargo, me siento más saludable y con más energía, con más fuerza para atender a mis gemelos como ellos se lo merecen. Cuidaré lo que tengo y envejeceré con dignidad, solamente si Dios me lo permite.